20-N, velada por la democracia de No Somos Delito
Se dice que cada vez estamos más desmovilizados... ¿Dónde están los jóvenes, dónde el movimiento del 15 de Mayo? Y es verdad. Parece que cuanta más ilusión por el supuesto cambio que vendrá una vez hayamos asaltado el cielo de las instituciones, cuanta mayor ilusión y esperanza se da entre la gente, menor es la movilización. Y eso que la situación hoy no podría atarnos más a un futuro de esclavitud.
El porqué de la nueva Ley Mordaza
La Unión Europea, siguiendo los dictados del poder financiero global, está a punto de aprobar el TTIP, un tratado comercial con Estados Unidos que dará poder a las empresas multinacionales por encimaincluso de los Estados y sus sistemas judiciales, y cuyos detalles permanecerán cerrados al público durante 30 años. Elmotivo del secretismo es claro: si la gente supiera lo que pretenden hacer se rebelaría contra este futuro distópico antes deque pudieran llevar a cabo sus medidas. Es por eso que necesitan que no haya nadie con capacidad de oponerse a ello, lo cual se raduce en un aumento de la represión en los países europeos.
En España la galopante precariedad tiene una forma específica debido a leyes como la que permite desahuciar a personas sin alternativa habitacional. La lucha contra la situación en España se está llevando a cabo mediante formas de reunión y protesta igualmente peculiares que tienen un crecimiento exponencial a partir de mayo de 2011 y que recogen el espíritu antiautoritario y autogestionario de la experiencia revolucionaria del 36. Es por eso que la nueva oleada represiva que pretende acallar nuestras voces ha tomado forma en la “Ley Mordaza”, que es como se conoce a la Ley de Protección de la Seguridad Ciudadana que el gobierno del Partido Popular pretende aprobar aprovechando su implacable mayoría absoluta y sin hacer caso a las votos de todos los demás partidos.
La estrategia del control de la riqueza y la represión se hace fuerte en 4 pasos. El primero es saquear los servicios públicos -además de abaratar el empleo sin límite- para después privatizarlos y conseguir una nueva acumulación de capital - dando alimento al capitalismo que ellos mismos han llevado a su definitiva crisis con su codicia especulativa. Esto solo es posible lograrlo manipulando la verdad desde los medios de comunicación.
El segundo es la represión policial y la criminalización de la protesta. En el caso español, la ley mordaza impone multas de hasta 30.000 euros a quien pretenda denunciar lo que pasa y utilice el espacio público para organizarse y protestar en vez de para salir de compras. Multas de 600.000 euros por las reuniones en/delante de ciertas instalaciones: precisamente en las que amenazamos su estrategia de control social o de manipulación de la información, como es la televisión pública, reuniones por las que hace un mes los trabajadores en lucha de la radiotelevisión pública han sido reprimidos. No es a la autoridad policial a quien pretende proteger el gobierno con la nueva ley, lo que está reforzando aquí es su propia autoridad, la del estado títere de los oligopolios y los bancos, para evitar que su actuación pueda ser denunciada o controlada judicialmente.
El tercero consiste en perseguir y amenazar con penas de cárcel a quienes a pesar de todo ello todavía insistan en defender la dignidad y la vida.
El cuarto. La imaginación nos ha llevado en un salto al Méjico actual. Tal vez sea mejor no poner en palabras la situación a la que podríamos llegar una vez que la mafia que se ha infiltrado en los mecanismos del estado haya comprobado que ya no nos es posible oponernos a su voluntad.
La lucha continúa
La sinrazón no es total. Las escandalosas actuaciones del gobierno, que nos precipitan a la indignidad moral, se han visto recientemente expuestas. El gobierno, mediante una reforma de la Ley de Extranjería incluida en la citada Ley de “Seguridad”, pretende legalizar las devoluciones en caliente en la frontera sur. Pero esto ha chocado con la indignación pública española y ha sido cuestionado con dureza por organismos nacionales e internacionales de protección de los derechos humanos; lo cual se da gracias a que colectivos como No Somos Delito continúan acudiendo a las calles y generando el flujo de información y diálogo necesario para organizar una respuesta.
La lucha continúa. En Méjico hay mil performances tremendamente iluminadoras en la calles, se leen poemas y se exhiben imágenes y pancartas. Aquí la palabra Valor adquiere su doble significado, porque son actos que a la vez que son valerosos valen mucho; son bellos, son actos de entrega y responsabilidad. Han nacido de que la gente ya-se-cansó del miedo. Arte para abrir las mentes, para encontrar la catarsis, extraer y visibilizar las verdades, como en tiempos de Eurípides. En Callao también están reunidos los mejicanos, expresándose por medio del símbolo, que es lo más poderoso que tenemos, junto a los compañeros madrileños. Y en otra plaza el grupo de teatro de No Somos Delito escenifica la misma imagen de dominación y opresión. En “Vodafone” Sol, la más nuestra de nuestras plazas, en un círculo de empatía y despertar encendemos juntas VELAS POR LA DEMOCRACIA A PUNTO DE FALLECER. Ha llegado el grupo de activistas inmigrantes, y la reflexión que hacemos es que hemos conseguido por fin atraer a los inmigrantes a la lucha común. Se suman superando el miedo a la persecución que viven en primera persona, porque ¡nuestra lucha y su lucha son la misma! Gritamos NINGÚN SER HUMANO ES ILEGAL.
Somos más fuertes así, fuertes en el sentido vital de la palabra y no fuertes en el sentido más patriarcal, el de las instituciones que nos pretenden dominar. Somos fuertes cuando les decimos a estas instituciones lo que queremos para nuestra vida, cuando no consiguen dividirnos. Cuando rechazamos el concepto de “el otro” que quieren implantar en nuestro inconsciente, el otro que viene de fuera... El otro, ese otro en el que se ha convertido la mujer para el hombre -desgraciada verdad apenas percibida- con el enconado capitalismo. No nos dividen pues, no se puede, a inmigrantes y nacionales, a hombres y mujeres; no somos masa, sino un sujeto político de indivíduos solidarizados. Es más, sabemos que tenemos que trabajar desde lo que tenemos, proteger lo que tenemos, como dice una compañera. Que nada se hace desde arriba, que todo cambio acontece desde aquí y ahora, que sólo en el contexto en el que surge la necesidad del cambio, cuando surge la comprensión de la necesidad del cambio, acontece éste de manera fluida y entre todos. Y sabemos que, aunque en tantas ocasiones las instituciones hayan reaccionado formalizando con sus leyes y normas las demandas que la gente les ha arrancado, las cosas siempre se han hecho así, con la sociedad solidaria dando solución a lo que a ella le incumbe, manifestando su auténtico poder, que es su voluntad de vida, el verdadero motor del cambio.
La lucha continúa y NO SOMOS DELITO ha conseguido poner un palo debajo de la rueda. Sí, poco a poco, la gente se está sumando en toda España a su iniciativa de protección de la democracia, de la libertad de expresión y reunión; poniéndose la mordaza, fotografiándose con ella para que lo vean y lo imiten sus amistades en las redes; acudiendo a la plaza pública, hablando allí, mirándose a los ojos y superando los miedos. Sí, poco a poco No Somos Delito lo está haciendo, con su creatividad, su dedicación, su amor está atrayendo de nuevo a la gente a las calles. Y cada vez somos más los que mostramos contentos nuestra mordaza, los que percibimos en nuestro interior el pálpito de la importancia del gesto verdadero. La importancia de superar el miedo y hablar ahora, para que no tengamos que llegar a oír ese “ya me cansé” cuando la opresión nos paralice, bloquee nuestras gargantas.
Y la gente comenta que algo estaremos haciendo bien cuando la nueva Ley de Seguridad Ciudadana incluye medidas específicas para reprimir, una por una, las nuevas formas de protesta surgidas o explotadas a partir de la ola de movilizaciones masivas del 15-M. Comentamos que tenemos que seguir por ahí, por donde más efectivo es: saliendo a las calles. Y creando eternamente mil formas de acción directa para organizar y manifestar nuestra voluntad.
Debemos actuar de inmediato y de una manera diferente
La implantación a toda velocidad de nuevas leyes con la excusa de la “seguridad” es una medida ad hoc para proteger los intereses particulares del partido en el poder. Pretenden impedir con la violencia institucional que la denuncia de su corrupción llegue a la calle, donde está fuera del control que todavía mantienen sobre los medios de comunicación. Dijo Nelson Mandela que un gobierno que emplea la fuerza para imponer su dominio enseña a los oprimidos a usar la fuerza para oponerse a él y desgraciadamente así es. Pero nosotras no queremos vernos abocadas a esta miserable situación de reacción condicionada a la opresión, en la que nuestros movimientos están dirigidos por una voluntad externa. Queremos elegir nuestra acción mientras aún estamos a tiempo. Pensamos que es la gente quien debe actuar para que los gobiernos reaccionen, y no al revés. No nos interesa una situación en la que seamos súbditos del miedo como dios de todos. Tampoco queremos que el miedo cambie de bando, sino acabar con el sistema del dios miedo. En los hechos hemos visto que mediante la acción libre armonizada fluye el auténtico poder, un poder que no es el que hemos conocido en la inmensa mayoría de las ocasiones, un poder que funciona cuando no está siendo bloqueado por el autoritarismo o por los egos tecnócratas de unos cuantos. Este poder que queremos volver a experimentar difiere del poder vácuo, deshabitado, formal de lo jerárquico en que es un poder vital. Es el poder que se gesta desde el individuo despierto actuando en colectivo.
En el contexto de la implantación de esta ley represora, elegir nuestra acción consiste en tomar la palabra y acompañarla de nuestro gesto: en la calle, en los foros sociales, donde se pueda, en los espacios de todos, los que aún no están comprados por los grandes intereses privados. Elegir nuestra acción es también formarse, dialogar y tomar decisiones coordinadas. Decidirse a apagar los aparatos de televisión, esos temibles monitores omnipresentes en cada hogar que emiten, hipnotizadores, la propaganda adecuada para mantenernos pasivos. Debemos y queremos hacer lo que podemos: encontrarnos y tomar la palabra, compartir lo que sabemos en la calle, en la plaza pública, en los centros sociales autogestionados. Basta con hacer lo que está en nuestra mano, ese gesto significativo que despierta las conciencias de nuestra gente, pues cada uno de nosotros está igualmente atado en esta gran mentira y nos debemos a nuestra propia libertad y la de todos.
Tu lucha y mi lucha son la misma, hay que empezar a comprender algo tan esencial como eso. Ha llegado el momento de salir a las calles y no delegar más nuestra voluntad a la política formal, ejercer nuestra acción directa por la vida. Porque movilizarse sirve.
Texto colaborativo
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